jueves, 17 de abril de 2014

¿GOD OF WAR, dios educativo?



La historia de Kratos, el llamado fantasma de Esparta, vería la luz gracias a Sony en el año 2005 para la consola Play station II, iniciando con ella una saga de rotundo éxito a todo nivel. Sin duda alguna GOD OF WAR es uno de los videojuegos que mejor mezcla la acción y la aventura, elevadas a su máxima expresión y teniendo como eje central de la ficción la deslumbrante mitología griega. Es esa base temática la que me alienta a encontrar fines educativos dentro de tanta sangre y espadas.


Ciertamente, la narrativa del videojuego no cumple con el rigor mitológico estricto, es decir, incurre en incongruencias al querer enlazar la historia de Kratos con la de otros héroes mitológicos presentados en el desarrollo del juego tales como PerseoTeseo, Heracles, y algunas deidades olímpicas. A pesar de ello ¿Podríamos considerar a God Of War un juego educativo?

Diría que sí y principalmente por la siguiente razón: GOW logra, de manera muy eficaz, envolver al gamer en una emocionante historia e introducirlo irremediablemente en la apasionante mitología griega. En consecuencia, logra también enganchar al jugador en parte de esa cultura ancestral. Es casi imposible no sentirse atraído por los misterios que se van revelando a medida que avanzan las fases, y eso no genera más que interés en el tema. Es muy probable que el gamer, una vez culminado todo el juego, sepa de memoria quiénes fueron los dioses olímpicos, el por qué los adoraban y las razones por las que eran recordados otros héroes. Es más, es seguro que el intrigante deseo de conocimiento lo haya llevado a indagar más sobre el tema en la web encontrando así los relatos reales.


Me pregunto para finalizar, ¿Imaginan un videojuego similar, tan emocionante como GOW, que utilice como base las narraciones Incas y del Perú ancestral? Un juego tan bien elaborado cómo DIOS DE LA GUERRA (traducido al español) podría incrementar el deseo por valorar las culturas antiguas del Perú y entusiasmar a los niños por aprender. 

Autor,
Pierre Peláez A.

Fuentes:


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